Estaba yo tomando un cafetito en la barra de un restaurante muy conocido de la ciudad cuando he presenciado como una mujer le pedía permiso a su marido para comerse unas croquetas que estaban dentro de la vitrina. No sólo me ha sorprendido el echo de que ella le pidiera consentimiento, pues lo más alarmante ha sido que “su dueño” después de contestarle con un NO seco y rotundo ha añadido que se pidiera una ensalada porque se estaba poniendo fondona (es decir "gorda" y eso que gastaría una talla cuarenta a lo sumo). Y para terminar de rematarme, la señora conforme y en silencio, ha regresado a su asiento agachando la cabeza cómo si fuera un ser inferior.
Y yo ahí, indignada después de ser testigo de un auténtico acto machista, surrealista y prehistórico me ha tocado morderme la lengua en lugar de levantarme y meterle cincuenta hojas de lechuga en la garganta para así dejarlo en manos de Dios haber si éste tenía más piedad con su destino que la que él acababa de tener con su mujer. Pero después de varios pensamientos nada beneficiosos para el futuro inmediato sobre la salud del caballero me he formulado aquella pregunta que todos nos hemos hecho alguna vez en la vida: ¿de quién es la culpa en realidad?.
Si buscamos el significado de la palabra "machismo" en cualquier diccionario de la Real Academia de la Lengua veremos que éste nos habla del hombre que trata con prepotencia a la mujer. Hace muchos años la mujer estaba infravalorada, y no quiero escarbar en la Edad de Piedra cuando los hombres nos arrastraban de los pelos porque estas palabras terminarían hablando de maltrato físico y no es ahí hacia donde quiero llegar, no es de ésa clase de machismo la que voy a mencionar. Por supuesto no puedo culpar a las mujeres que son víctimas de un hombre agresivo, celoso, posesivo y "trastornado" que se pasa la vida acosando moral y físicamente a la mujer que se encuentra a su lado y a las que dejaron su lugar.
Por fortuna hay muy pocos así y por desgracia cualquiera de nosotras podemos tener la mala suerte de toparnos con alguno de ellos y en ése caso, debemos tener la mente bien abierta para no caer en el engaño y terminar nuestros días convertidas como prisioneras del príncipe de las tinieblas. Sólo puedo decir con seguridad, cómo en el caso de esta mañana, que nuestra decisión será la que determine nuestro futuro, y es por eso que hablo de nuestra parte de culpa en este asunto.
Nos pasamos la vida quejándonos de vicio, criticando a Pepico y a Juanico porque no saben hacerse la cama o freír un huevo. ¡Pero si no les dejamos! ¿cómo van a aprender?.
La gran mayoría de ellos han sido educados por madres “machistas”. Mujeres que les han lavado y planchado la ropa, puesto y retirado el plato de comida, limpiado los zapatos, el espejo y el lavabo después de afeitarse y haciéndoles cada minuto de su día a día, más cómodo y sencillo, cargando ellas con las tareas que a sus maridos e hijos les corresponden pues cosas suyas y propias son las que no les dejan realizar (y después de esto lógicamente no les interesa hacerlo). Es decir, les han estado cambiando los pañales incluso después de haberles salido pelos en los …., o han dejado a sus hijas dichas funciones. Creando así futuras mujeres con hábitos machistas y hombres completamente dependientes de la mujer en el hogar.
Hoy en día este problema se ha convertido en un hecho escaso, pero todavía “haberlas hay las”. Así que si tu marido se pasa el día en el bar y cuando llega a casa se tira en el sofá dejando caer sus posaderas hasta la hora de dormir, será porque es a lo que tú le has acostumbrado. Y si esta costumbre es fruto de tu consentimiento, debería ser porque es lo que te produce felicidad, pero…¡normalmente no es el caso!. Y si tu marido, tu novio, o tu amante te habla con superioridad…¡es porque eres tú quien se ha rebajado!, ¡plántale cara!, ¡defiende tu lugar!, ¿no somos iguales?.
El mensaje está bien claro. El machismo es en la mayoría de los casos, consecuencia de nuestras malas costumbres. Concretamente calificaría este tipo de machismo como una “mala costumbre” que no hace más que perjudicarnos haciendo de nosotras unas sutiles esclavas de nuestros compañeros. En este caso sólo compañeros de alcoba claro.
En resumidas cuentas, mi consejo es que nos dejemos ya de resoplar, de lloriqueos y de insatisfacciones cuando no hacemos más que conformarnos y seguir incrementando eso que tanto nos disgusta.
Y para aquellas mujeres que tienen que pedir permiso a sus maridos "para todo" decirles que NO tienen que pedir permiso "para nada". Que nacieron dependientes de sus padres para ser libres cuando tuvieran la mayoría de edad, no para ser propiedad de nadie. Que miren al frente y que defiendan sus derechos, aquellos por los que algunas se dejaron el aliento y que si no consiguen tenerlos, que no sea porque su pareja ha decidido quitárselos. Que busquen ayuda y que recuperen lo más preciado y que un día regalaron. Su alma, sus sueños, sus pies, sus manos y sus propias decisiones.
Hay un dicho que refleja perfectamente la realidad: “quien siembra recoge” y casi todo lo que tenemos en la vida no es más que el fruto de la semilla que un día decidimos sembrar.
¿Que quieres?, ¿croquetas?, ¡pues cómetelas!.
Maria Libertad Quesada Fages.
Y yo ahí, indignada después de ser testigo de un auténtico acto machista, surrealista y prehistórico me ha tocado morderme la lengua en lugar de levantarme y meterle cincuenta hojas de lechuga en la garganta para así dejarlo en manos de Dios haber si éste tenía más piedad con su destino que la que él acababa de tener con su mujer. Pero después de varios pensamientos nada beneficiosos para el futuro inmediato sobre la salud del caballero me he formulado aquella pregunta que todos nos hemos hecho alguna vez en la vida: ¿de quién es la culpa en realidad?.
Si buscamos el significado de la palabra "machismo" en cualquier diccionario de la Real Academia de la Lengua veremos que éste nos habla del hombre que trata con prepotencia a la mujer. Hace muchos años la mujer estaba infravalorada, y no quiero escarbar en la Edad de Piedra cuando los hombres nos arrastraban de los pelos porque estas palabras terminarían hablando de maltrato físico y no es ahí hacia donde quiero llegar, no es de ésa clase de machismo la que voy a mencionar. Por supuesto no puedo culpar a las mujeres que son víctimas de un hombre agresivo, celoso, posesivo y "trastornado" que se pasa la vida acosando moral y físicamente a la mujer que se encuentra a su lado y a las que dejaron su lugar.
Por fortuna hay muy pocos así y por desgracia cualquiera de nosotras podemos tener la mala suerte de toparnos con alguno de ellos y en ése caso, debemos tener la mente bien abierta para no caer en el engaño y terminar nuestros días convertidas como prisioneras del príncipe de las tinieblas. Sólo puedo decir con seguridad, cómo en el caso de esta mañana, que nuestra decisión será la que determine nuestro futuro, y es por eso que hablo de nuestra parte de culpa en este asunto.
Nos pasamos la vida quejándonos de vicio, criticando a Pepico y a Juanico porque no saben hacerse la cama o freír un huevo. ¡Pero si no les dejamos! ¿cómo van a aprender?.
La gran mayoría de ellos han sido educados por madres “machistas”. Mujeres que les han lavado y planchado la ropa, puesto y retirado el plato de comida, limpiado los zapatos, el espejo y el lavabo después de afeitarse y haciéndoles cada minuto de su día a día, más cómodo y sencillo, cargando ellas con las tareas que a sus maridos e hijos les corresponden pues cosas suyas y propias son las que no les dejan realizar (y después de esto lógicamente no les interesa hacerlo). Es decir, les han estado cambiando los pañales incluso después de haberles salido pelos en los …., o han dejado a sus hijas dichas funciones. Creando así futuras mujeres con hábitos machistas y hombres completamente dependientes de la mujer en el hogar.
Hoy en día este problema se ha convertido en un hecho escaso, pero todavía “haberlas hay las”. Así que si tu marido se pasa el día en el bar y cuando llega a casa se tira en el sofá dejando caer sus posaderas hasta la hora de dormir, será porque es a lo que tú le has acostumbrado. Y si esta costumbre es fruto de tu consentimiento, debería ser porque es lo que te produce felicidad, pero…¡normalmente no es el caso!. Y si tu marido, tu novio, o tu amante te habla con superioridad…¡es porque eres tú quien se ha rebajado!, ¡plántale cara!, ¡defiende tu lugar!, ¿no somos iguales?.
El mensaje está bien claro. El machismo es en la mayoría de los casos, consecuencia de nuestras malas costumbres. Concretamente calificaría este tipo de machismo como una “mala costumbre” que no hace más que perjudicarnos haciendo de nosotras unas sutiles esclavas de nuestros compañeros. En este caso sólo compañeros de alcoba claro.
En resumidas cuentas, mi consejo es que nos dejemos ya de resoplar, de lloriqueos y de insatisfacciones cuando no hacemos más que conformarnos y seguir incrementando eso que tanto nos disgusta.
Y para aquellas mujeres que tienen que pedir permiso a sus maridos "para todo" decirles que NO tienen que pedir permiso "para nada". Que nacieron dependientes de sus padres para ser libres cuando tuvieran la mayoría de edad, no para ser propiedad de nadie. Que miren al frente y que defiendan sus derechos, aquellos por los que algunas se dejaron el aliento y que si no consiguen tenerlos, que no sea porque su pareja ha decidido quitárselos. Que busquen ayuda y que recuperen lo más preciado y que un día regalaron. Su alma, sus sueños, sus pies, sus manos y sus propias decisiones.
Hay un dicho que refleja perfectamente la realidad: “quien siembra recoge” y casi todo lo que tenemos en la vida no es más que el fruto de la semilla que un día decidimos sembrar.
¿Que quieres?, ¿croquetas?, ¡pues cómetelas!.
Maria Libertad Quesada Fages.
Esta semana, he llevado por primera vez a mi hija al colegio. No conocía nada de su ropa, de lo que ya le viene pequeño o de lo que le gusta ponerse o no, no sabía hasta ahora lo dificil que es planchar ropa pequeña, no he sabido hacerle unos "mochitos" como Dios manda y los ha tenido que hacer una mamá en la cola de entrada al colegio ante mi sonrisa de vergüenza.Hasta ahora todo eso o lo hacía mi pareja o mi suegra y cuando el papá ha querido entrar en acción....¿es que sabía hacerlo?. Me he propuesto cambiar la situación..poco a poco y con paciencia.
ResponderEliminarEl origen: hasta los 27 años he vivido en casa de mi madre. Cuando he hecho la cama he sido la burla de mi mamá porque jamás estaba lo suficientemente bien hecha y cuando decía de fregar los platos me tocaba hacerlo sin darle tiempo a que se levantara de la mesa porque si no ella ya se adueñaba de la cocina y ya no tenías nada que hacer. ¿limpiar mi habitación? ¿para qué?, yo la iba a dejar igual de sucia y ella la iba a dejar como una patena. En cuanto al chiste de Maitena..desde los 14 años no tenía hora de llegada a casa los fines de semana y cada dia comía solo (la comida hecha por la mamá la noche anterior) porque mi madre no podía venir a comer a casa por el trabajo.
Creo que sobran comentarios.
Gracias por ser la primera persona en añadir un comentario en mi blog. Concretamente un comentario a este reportaje que tiene para mí una vital importancia. Sé que con la voluntad y el interés que demuestras no tardarás mucho tiempo en dar un giro muy positivo a tu vida. Un fuertísimo abrazo para tí y para ésa niña que tiene un gran padre.
ResponderEliminarAhora que me entero de que soy el primer internauta en dejar un mensaje en tu blog me siento un poco más grande.
ResponderEliminarRecibe un fuerte abrazo.
Infinitas gracias por todo. Por tu tiempo, por tus palabras, por tu sonrisa, por tu amistad, por no rendirte ante los ataques de la vida. Gracias "por luchar" y dar un buen ejemplo a los demás. Te quiero mucho amigo.
ResponderEliminarAquí tienes otro abrazo para tí.