
Estaba durmiendo cuando la voz de un hombre desconocido ha susurrado mi nombre. He sentido su aliento frío acariciandome el rostro y me he tirado sobre la mesita de mi derecha para darle a la llave de la luz, pero a pesar de mi insistencia esta no respondía.
Sin perder más tiempo, aterrada por aquella presencia he intentado encenderla con la llave de la mesita de mi izquierda. Miraba la lámpara que hay arriba de mi cama mientras le daba al interruptor una y otra vez compulsivamente y la bombilla se esforzaba por encenderse, pero nada de nada..
Desesperada en medio de la oscuridad decido levantarme e ir hacia la que hay en la puerta de mi cuarto y al dar el primer paso el torso de un cuerpo masculino y musculoso me ha frenado. Presa del pánico ante el contacto de ésa presencia desconocida que acababa de invadir mi habitación he conseguido escurrirme de sus garras y he llegado hasta el pasillo. Una vez en la entrada me he vuelto a esforzar por encender las luces para verle y él al darse cuenta me ha dicho: -"No se encenderá por mucho que quieras".
Casi sin darme cuenta he abierto la puerta de la calle y cuando he asomado el cuerpo a la escalera me ha recordado con voz suave que todavía estaba dentro de casa mi hija pequeña. Pero aún así no podía perder la oportunidad de gritar para que los vecinos me escucharan: -¡¡Socorro!!, ¡¡socorro!!.-, ha sido entonces cuando de un sobresalto me he dado cuenta de que no estaba despierta.
Maria Libertad Quesada Fages.
P.D. Esta mañana, como de costumbre, mi hija me ha despertado y cuando hemos entrado al baño me ha dicho: -Mamá, esta noche había un hombre fumando en mi habitación. Quería hacerme sangre, pero ha venido otro hombre bueno y no le ha dejado.
-¡¿Cómo?!. - he respondido asombrada- y ella va y me suelta: -Tranquila mami, "sólo era un sueño".
Curioso ¿no?.